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De repente, te encontrás solo en tu isla perfecta… donde todo es como querés; donde vos mandás sobre nadie y sobre todos a la vez.

Y cuando pensás que podrías estar ahí, bajo el sol, por el resto de tu vida, la maldita marea trae algo a tus orillas.

Es algo que ya no recordás, pero te causa ansiedad y añoranza.

Encontraste una botella tan lastimada por el sol, la inclemencia y la sal como vos.

De momento, sólo querés tirarla con la fuerza de algún Héroe mitológico hacia un infierno infinito que no te pueda alcanzar… Cuando estás a punto de hacerlo un destello en su interior te atrapa.

Es casi tu propio reflejo, pero más joven. Es el reflejo de alguien que cree, que espera… Son unos ojos que miran lo oscuro de los tuyos con una pregunta reflejada en ambos.

Ahora tus opciones son pocas: tirás esa botella y tratás de olvidarla…
O entrás en ella para nunca salir de la oscuridad de esos ojos que te esperan dentro de ella.